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El empleo del arte como herramienta social y testigo de su tiempo. El ejemplo de la performance España Negra. Involución.

Marc Montijano Cañellas

Artivismo social y cultural

 

 

La performance España Negra. Involución nace como respuesta a la manifestación del 18 de septiembre de 2021, en el que un nutrido grupo de ultras y neonazis recorrieron el centro de Madrid profiriendo gritos como "fuera maricas de nuestros barrios" o "fuera sidosos de Madrid" sin ninguna consecuencia legal. El proyecto reflexiona sobre el crecimiento del fascismo en España y la permisividad y pasividad hacia el mismo. Una acción que habla de homofobia, de racismo e intolerancia, en definitiva, del retroceso social y el peligro que conlleva permitir que germinen y crezcan estos sentimientos de odio. Un retrato de nuestro tiempo y de la involución que estamos sufriendo, enmarcada en un contexto de degradación moral global. En el presente estudio analizamos la función social y política del arte a través de un ejemplo concreto.

Un proyecto ejecutado bajo la creencia de que el arte puede construir una realidad mejor, dando voz, subrayando problemáticas y a la vez sembrando ideas. Concebido bajo la premisa que el arte, y más en concreto el arte de acción, no es un divertimento, es una potente herramienta social. Durante la performance, de una hora y media de duración, un grupo de personajes compartieron espacio con varios elementos con una fuerte carga simbólica, creando un ambiente opresivo que invitaba al público a la reflexión. Una mirada ácida y crítica al presente de nuestro país, articulado entorno a dos antiguas banderas franquistas, una falangista y otra con la cruz de borgoña, que durante la dictadura franquista ondearon en la fachada de un local de la Sección Femenina. Pero más allá de la crítica, que es notoria, se trata de un proyecto concebido para observar su tiempo, reflexionar sobre él y dejarlo registrado artísticamente.

Un proyecto a contracorriente, que se aleja de la tendencia actual del arte económicamente exitoso —formal y conceptualmente simple, fotogénico, inofensivo y superficial¬—, que busca el aplauso general, el like, un arte impecable y artificial, retrato de nuestra sociedad. Una corriente que arrastra a artistas, comisarios y coleccionistas en un torrente de vacuidad, que el filósofo surcoreano-alemán Byung-Chul Han, célebremente ha definido como “la estética de lo pulido”. Que no es otra cosa que el arte del capitalismo neoliberal que ha devorado o mejor dicho comprado, el sistema del arte en la actualidad.

 

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